No
era el mar, pero se le parecía tanto como ese amor que resultó ser solo cariño
y se evaporó en un suspiro.
Tampoco
eran sus hijos, ni su hermana, ni si quiera aquel amigo de la infancia; aunque
hubiese jurado que en esas miradas había algo de sí mismo.
Aquella
no parecía ser su vida, y cada vez le costaba más hallar su rastro.