Microrrelato para REC: El mundo cogido con pinzas.

Las besa con suma conciencia para no equivocarse y las coloca nuevamente en el cajón de la mesilla.

Antes de salir comprueba la horizontalidad de los cuadros y echa una brizna de sal sobre su hombro izquierdo. Ya en el ascensor acaricia suavemente la pata de conejo que guarda en su bolsillo, y finalmente repasa el zócalo de madera del portal con los dedos cruzados.


Tras un cronometrado suspiro, sale a la calle apoyándose en su pie derecho, justo en el momento en el que un gato negro de sonrisa burlona se cruza en su camino, anunciándole, que ese día, parte con todas las de perder.