No fue fácil, pero al final salió esto.
La maldicion.
La mujer que iba en el coche a mi
lado no se movió ni pronunció palabra alguna desde que la recogí, por lo que
después lanzar una par de palabras al vacio comprendí que no parecía querer conversación;
y decidí poner algo de música para romper el hielo.
Las horas pasaban y el sol fue
poco a poco disipando el día, dejando a su marcha que la luna, de un rojo febril,
iluminase el camino por el que nos movíamos. El sonido de la música no
alcanzaba a llenar el silencio obligado por aquella reservada mujer, a la que
aun no había sacado ni un solo sonido.
Pero al llegar a esa curva, el GPS
se quedó en blanco, y el vehículo pareció cobrar vida propia. El aire se volvió
frio, helado, y un escalofrió me recorrió la espalda. Al girar la mirada hacia
ella, vi sus ojos, y de su silencio surgió la peor de las pesadillas.
Su mano helada se sumergió en mi
pecho y envolvió mi corazón con el dolor más agudo que haya sufrido nunca. El
vehículo, ya sin dirección, se salió de la vía a gran velocidad, chocando en el
fondo del barranco en un amasijo de hierro y fuego.
Ya en el suelo, agonizante, pude
ver a miles como yo al lado de sus desvencijados vehículos.
Ella, después de mirarme un
segundo con ojos vidriosos, implorando expiar su culpa, se alejó pidiéndome
perdón, pidiéndoselo a los demás, varias veces, incansable, diciendo que no
podía remediarlo, para colocarse de nuevo en la misma curva donde la recogí.
Enlace a mi relato en la web de Literautas: http://www.literautas.com/es/taller/textos-escena-25/3299
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Buen relato, no se nota forzado por el hecho de tener que prescindir de la T.
ResponderEliminarLa historia a pesar de ser conocida tiene un aire nuevo y diferente.
Saludos.
Me alegra que te haya gustado Virtudes. La verdad es que prescindir de la letra T no fue sencillo, ya que es muy común en cualquiera de nuestros textos.
EliminarUn saludo.
Muy buen ejercicio, Alfonso. Una reescritura que te ha quedado fresca a pesar de ser conocida.
ResponderEliminarMil besos.