Versión "Pd" del clásico de Hemingway "los asesinos"



En el curso de escritura creativa que estoy realizando nos están enseñando los estilos de algunos de los autores más importantes de la época más reciente. En una de las primeras clases hemos estado hablando de Hernest Hemingway. 

Ernest Hemingway nació en Oak Park, Illinois el 21 de Julio de 1899, y fue un escritor y periodista estadounidense, además de uno de los principales novelistas del siglo XX. Su estilo se caracteriza por ser sobrio y parco, con textos de frases cortas y lenguaje sencillo, aunque en sus escritos se puede observar siempre una doble historia, la que se lee y la que subyace bajo esas letras. 

 Hemingway escribió la mayor parte de su obra entre mediados de 1920 y mediados de 1950. Ganó el  Premio Pulitzer en 1953 por la novela “el viejo y el mar” y al año siguiente el premio Nobel de literatura por su obra completa. Publicó siete novelas, seis recopilaciones de cuentos y dos ensayos. Póstumamente se publicaron tres novelas, cuatro libros de cuentos y tres ensayos. Muchos de estos son considerados clásicos de la literatura de Estados Unidos y por ende de la literatura universal.

Os dejo mi versión de uno de los cuentos de Hemingway “Los asesinos”, una vez corregido en la clase. Espero que os guste. Se aceptan críticas constructivas. 

Los asesinos. 


El servicio de comidas estaba llegando a su fin en el Saint James, y solo los dos forasteros llegados a última hora permanecían en el local. 

A John esos dos hombres le habían dado mala espina desde que entraron y se sentaron cada uno en una mesa distinta en extremos opuestos del local. 

-Chico –dijo uno de ellos- ven aquí por favor. 

-Dígame señor –contestó John solícito- ¿le ha gustado la comida; desea algo más?

-Llámame Mike –replicó-. Siéntate un rato conmigo. 

-Me encantaría Mike –se disculpó John-, pero tengo mucho trabajo aun. 

-Mírame chico –ordenó Mike abriéndose la chaqueta para que John pudiese ver el arma-. Insisto. 

A John no le quedó otra opción que tomar asiento frente a Mike. 

-Así me gusta chico –dijo Mike cerrando su chaqueta- no te busques problemas y no los tendrás. Por cierto, mi compañero, el del fondo, se llama Paul. 

Paul saludó con la mano a John, que pudo apreciar el bulto que dejaba su arma dentro del ajustado abrigo. Los dos forasteros vestían prácticamente igual, con sendos abrigos oscuros y ajustados y sombreros bien ceñidos. 

-Te diré lo que va a pasar –comentó Mike-. Vas a decirle al cocinero que se vaya a su casa y vamos a esperar tranquilamente a que llegue el señor Tomic. 

-¿Mika? –Preguntó John-. ¿Qué pasa con él?

-Le ha llegado su hora chico.

-¿Pero? ¿Por qué? –insistió John.

-La gente muere chico, no le des más vueltas. La muerte no es más que una sombra que está siempre a tu lado desde que naces; pero un buen día esa compañera decide mirarte a los ojos y llevarte consigo para siempre. Despide al cocinero chico. 

John dio la tarde libre a Edward, su cocinero, y permaneció sentado ante la inquisitiva mirada de los dos forasteros. Quince minutos después entró en el local Mika Tomic, puntual a su cita diaria con el estofado del Saint James. 

Antes de que el croata hubiese podido llegar a la barra, Paul se levantó de la mesa pistola en mano y disparó dos balazos en la cabeza de Mika, que cayó de bruces al suelo.

En su sobresalto John no se percató de Mike, que le apuntaba con su pistola. 

-¿La ves chico? –Sentenció Mike con el dedo en el gatillo-. Te está mirando. Salúdala de mi parte.
 

Micro relato para REC. Y el tiempo se paró.



Y allí sigue, en silencio, acumulando polvo, junto al proyector de cine, el barco pirata y la nave espacial.

Los demás no reparan en él; están mas preocupados en averiguar por qué nunca acaba el día, por qué no vuelve la luna, por qué no caen las hojas de los arboles, no nacen los niños ni mueren los ancianos.

Yo le imploro constantemente que siga su camino, pero no me escucha. Le recomen las contradicciones y le atormentan las respuestas que son todas.

Nunca me pregunté por qué puedo ver lo que otros no pueden; pero en este día sin fin, de lo único que me arrepiento es de haberlo enamorado.

Micro para REC. Sinfonía dual.



Había brotado, en medio del huerto, un imponente piano de cola. Luego surgió una tuba, y un violonchelo, varios violines, un contrabajo, brillantes platillos y un majestuoso arpa dorado. 

Después su jardín fue invadido por decenas de sombras difuminadas que se colocaron junto a los instrumentos. Una de las sombras, la única que consiguió reconocer, se acercó a el, y tras robarle una última lágrima, le entregó su vieja batuta. 

Con sus últimas fuerzas la recogió y consiguió erguir su cuerpo caduco apoyándose en la balaustrada como improvisado atril para dirigir la orquesta. 

Los vecinos creyeron oír un réquiem, aunque a él le sonó a música celestial.

Micro relato para REC: Sonrie por favor.



Suspiró profundamente y recogió dos cubiertos; los dos últimos, pero se alegró al pensar que así los niños no discutirían. 

Buscar el lado positivo de las cosas le animaba, y por ello aquel día salió temprano a la calle, sabiendo que así se ahorraría el discurso de su casero y evitaría encontrarse con aquel viejo acaudalado que no paraba de engatusarla con sueños comprados. 

Los caminos fáciles no iban con ella, se recordó mientras entraba en la casa de empeños, reafirmándose en su propósito de salir adelante por sí misma sin perder nunca la sonrisa; aunque aquel hombre encapuchado no se lo pondría fácil.