Muere Estéphane Hessel, pero no su “espiritu indignado”




Siguiendo con mi intención de hacer mención en el blog a la gente que por una u otra causa “merece la pena recordar” hoy me hago eco de la muerte de Stéphane Hessel. 



El pensador, escritor y diplomático francés, autor del popular manifiesto "Indignaos", falleció hoy a los 95 años de edad.

Aquí en nuestro país se le conoció y se le recordará siempre por ser el artífice o la base sobre la que se fundó el 15M, un movimiento que tomó las calles hace para manifestar su indignación frente a los abusos de una clase política corrupta y acomodada. 

Stephane Hessel despertó en nosotros el sentimiento de indignación que llevábamos dentro, pero que nos mantenían aletargado. Ese sentimiento que, sobre todo en las redes sociales, y en gran parte en las calles, clama frente a los ineptos que nos desgobiernan dejando que los bancos rescatados con nuestro propio dinero echen a la gente de sus casas, frente a los que con mas de seis millones de parados, se dedican a hacer del parlamento un gallinero lanzándose los sempiternos “y tu más”, frente a los que miran a otro lado buscando excusas que no hay cuando los suyos se llevan el dinero ilícito a cuentas suizas y frente a los que nos tratan como números primos aun sabiendo que los negativos son ellos. 

Descanse en paz Stephane Hessel. Su espíritu "indignado" estará siempre con nosotros.

Micro. Palabra de hermana.


Desde la habitación de su hermanita apenas se oye nada, pero la pequeña apenas descansa en un tembloroso duermevela que salpica sus ojos de lágrimas.

Ella siempre está a su lado, hace tiempo que se dio cuenta que intentar llorar era inútil, pero ya sabe como hacer que su hermanita deje de hacerlo, y acercándose a ella le susurra el trato.

Esa misma noche se llevará a Papá para siempre a cambio de que ella cuide de Mamá. 

Micro. Demasiados interrogantes.



El leve crujir de la viga de la que cuelga su padre le despierta de sus cavilaciones; tiene las manos dormidas y los labios secos por el esparadrapo, pero lo que más le abruma son los interrogantes.

El que su ex novia lo hubiera secuestrado era quizá el menor; era una loca y dejarla por teléfono no hizo más que empeorar las cosas.

Pero el que su padre estuviera allí a su lado era extraño, y todavía más el que no le devolviera la mirada. 

Aunque el interrogante que le dejo verdaderamente descolocado fue cuando la loca lo llamó “papa”.

Micro. Neonatos rebeldes.



- Lleva horas durmiendo en su cunita como un ángel.

 - Cierto Doctor, y lógico; con la actividad que ha tenido debe estar exhausto.

 - Habrá que informar a los padres de su problema de hiperactividad.

 - Es muy probable que la patología sea contagiosa y que haya que informar a más padres Doctor.

 - ¿Cómo dice?

 - Verá Doctor, el angelito se levantó de su cuna y le quitó las pulseras identificativas al resto de bebes; y no contento con eso, cuando nos lo llevábamos de la sala arengó al resto de los niños, que se han hecho fuertes en materno pidiendo su liberación.  

Micro. La imagen de lo que fui.



Os dejo mi aportacion para el concurso del mes de Febrero en el blog de “esta noche te cuento”. 

Podeis ver la entrada con el relato en el blog en el siguiente enlace:


Aún sin saber muy bien porque sigue colgando de la pared del salón lo cierto es que su sola presencia es como un analgésico para mi maltrecha conciencia, un espejismo, un retazo de lo que fui y ahora no soy; y un anhelo de esperanza en la desencantada existencia por la que deambulo. 

Cuando lo veo recuerdo lo que era, una persona con un camino bien trazado que decidí abandonar, como un barco bien dirigido que quedo varado y se hunde sin remisión.

Movimientos autómatas me ajustan la corbata mientras repaso la agenda del día. Despedir personas hace años que no me produce remordimiento alguno; da igual su situación, hijos, edad. La escarcha que desde hace tiempo rodea mi corazón hace que cualquier sentimiento de culpa resbale y me sea indiferente; casi ni oigo sus lamentos. Supongo que por eso soy bueno en este trabajo.

Al salir, antes de cerrar la puerta, otro automatismo en forma de última mirada, dejando lo mejor de mí, lo único bueno, dentro, colgando de ese retrato de lo que una vez fui y nunca más seré.