La loteria que nadie quiere que le toque.



Un momento cualquiera de la situación actual, cualquier empresa de cualquier ciudad, cualquier consejo de administración en cualquiera de sus reuniones. Se decide por diversos motivos que el personal de dicha empresa, antaño “principal activo de la misma”, debe reducirse drásticamente, iniciándose un proceso de cuyo nombre prefiero no acordarme pero que convierte al personal, antes valioso, en meros números, primos pero divisibles, números negativos que no hacen sino descuadrar los balances algorítmicos de la empresa y que por lo tanto hay que reducir. 

Comienza entonces un sorteo en el que, sin quererlo ni poderlo remediar, entran todos esos números; da igual el valor real de cada número, todos, aplicando variables intangibles para ellos, entran en una ecuación cuyo resultado final será el mínimo común divisor, y en el que ellos rara vez saldrán ganando. 

Una lotería en la que nadie quiere participar, pero que puede tocarte cualquier día.

Micro. En las antípodas de lo planeado.


Mientras suelto las pastillas en las hierbas altas me deleito con un paisaje salpicado de belleza junto a aquel acantilado constatando la obviedad; tienes razón, siempre la tuviste; pero como nos gusta llevarnos la contraria pues estoy en el lugar que siempre soñaste mientras tú en el que nunca deberías haber pisado antes que yo, y mira que hice méritos.

Aunque tenemos que reconocer que en el fondo nos queremos, y el fondo esta cerca, tan cerca que casi te estoy sintiendo.

Espero verte ahora; lo se, no es lo acordado, pero siempre me gusto hacerte caso a mi manera. 

Micro. Despido procedente.


A ver si consigue así que Papá no haga más el indio.

Ah, ¿pero no lo sabes? Papá ya no hará mas el indio, ni el astronauta, ni el doctor, ni tan si quiera el bombero; vamos que Mamá se ha puesto su traje de jefa inflexible y lo ha despedido.

¿Qué lo ha despedido? ¿Y como se lo ha tomado Papá?

Pues te puedes imaginar, después de la discusión, y en un descuido de Mamá cogió el disfraz de superman y salió volando de la tienda; y amenaza con no volver. 

Micro. Punto final.



Esta es mi aportacion al concurso del mes de Enero del blog de “Esta noche te cuento”.

Podeis ver la entrada en el blog en el siguiente enlace:


Al abrir los ojos se notó molesto y desorientado, y le costó percibir de entre la amalgama de cables y tubos que lo rodeaban la figura de un joven que lo miraba expectante. 

- Pensé que este momento no llegaría nunca – dijo el joven acercándose a su cama. Quiero darte las gracias por no dejarte vencer; hace mucho tiempo que nuestros destinos están unidos y tu lucha es la mía.

- ¿Sabes? – continuó diciendo mientras caminaba hacia la puerta de la habitación y echaba el pestillo- yo también lo he pasado mal este tiempo, y la verdad, hubiera sido fácil para los dos terminar con esto, pero sé que ni tu ni yo nos lo hubiéramos perdonado nunca, y eso nos ha retroalimentado a los dos, el saber que este día llegaría. 

- Hace cuatro años el deportivo que conducías se salió de la vía y se estrelló contra el coche en el que viajaban mis padres. Ellos murieron en el acto y tú quedaste en coma. 

El joven sacó un arma de su bolsillo mientras una lágrima recorría su mejilla.

- Serán cinco balas para ti y una para mí. Lo sé, no es justo. Tampoco lo fue entonces.

Micro. Cruel depreciación.



- Hoy mamá va a probar con la pistola. 

- ¿Otra vez?

- Pues si; en su trabajo de cuando en cuando tiene que usarla y le gusta practicar en casa. 

- Pues a mi no me gusta que la traiga, es un desastre usándola. Recuerda lo que pasó la ultima vez, aun tengo la marca en la frente. 

- No seas quejica, ya casi no se nota y la culpa fue nuestra por pelearnos mientras practicaba. 

- Además, a ti lo que te duele realmente es que te marcara con un precio inferior al mío. 

- Mamá dijo que fue casualidad. 

- ¿Y tú te lo crees?