Micro. El as bajo la manga.



El cabo Hopkins repartía las cartas con la izquierda aquella noche; la víspera de la ofensiva a las líneas enemigas. Los dos primeros premiados con el as encabezarían la avanzadilla de reconocimiento que se presumía suicida. 

Años después recuerdo con tristeza a los caídos en combate, mientras siento el tacto ya raido con los años de la carta que marcaba el destino que conseguí esquivar en el último momento.

No es que me enorgullezca, pero en la guerra todo vale, incluso un as bajo la manga.

2 comentarios:

  1. Que razón tienes, en la guerra y en el amor, todo es válido.
    Yo también me he ido a las cartas pero desde los dos lados.
    Un abrazo

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    1. Pues ahora mismo paso a leerte Epífisis.

      Un saludo.

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