Llevamos
dos huelgas en la que va de año, nueve desde que se inicio la
democracia, con escasos resultados en su mayoría; confiemos en que
esta ultima rompa esa tendencia.
El
derecho a la huelga es un instrumento mas de la sociedad para
contrarrestar una mala gestión o actuación de nuestros dirigentes,
y desde luego este gobierno se merece esta y todas las que puedan
llegar, dada su pésima gestión y peor sensibilidad con la sociedad.
Dicho
esto cabe decir que el concepto que tenemos en este país sobre el
derecho a la huelga esta un tanto distorsionado, sobre todo cuando
hablamos de una huelga general.
El
derecho a la huelga es eso, un derecho; algo que deberían tener muy
claro las empresas que coaccionan o chantajean a los trabajadores que
quieren ejercer ese derecho cada vez que hay una convocatoria. El
seguimiento de una huelga, ya sea general o no, tiene unas
consecuencias económicas que el trabajador tiene que tener claras,
pero que deben quedarse ahí, en un mero descuento en la nomina de
ese día.
Quedando
este concepto claro, también hay que resaltar que el derecho a la
huelga no es una obligación para nadie, y eso lo deberían tener
asimilado los sindicatos y convocantes de la huelga, dedicándose
unicamente a explicar a los trabajadores los motivos por los que a su
juicio se debe seguir la convocatoria, pero dejando al criterio final
del trabajador el seguimiento o no de la huelga.
Esas
deberían ser las premisas que rigen el concepto del derecho a la
huelga, pero la realidad es totalmente distinta, ya que las
coacciones por un lado de las empresas para que los trabajadores no
ejerzan ese derecho, como las de los sindicatos obligando en muchos
casos a la fuerza a seguirla, hacen que en este país el concepto
este totalmente desvirtuado.
Por
si fuera poco, a la hora de contabilizar el seguimiento de las
huelgas existe una eterna variación de cifras que los gobiernos y
convocantes tienen totalmente interiorizadas, dado que no les
interesa en la mayoría de los casos dar la cifra real del
seguimiento de la huelga.
Una
huelga general nunca da una buena imagen del pais que la convoca,
pero la imagen que se da con el tratamiento actual de las huelgas en
España da una imagen al exterior aun peor de la que realmente
podriamos ofrecer.