Caza urbana.

Caza urbana.

El lugar elegido era inmejorable, y una ventaja que garantizaba el éxito del cazador. Después de una cuidada preparación, llega el momento, se tensan los músculos, se agudiza la vista…

Las presas llegan distraídas, alegres, ajenas a cualquier preocupación, unas más rápidas, otras más lentas, acercándose sin saberlo a su cruel destino.

La manada gira en un recodo y queda en el punto de mira del cazador, que comienza con sus disparos una selección natural.

Al girar la cerrada curva lo ven a su izquierda, apostado detrás de una de las pilas del túnel; inmediatamente el pie va al freno y la vista a la señal pasada y al velocímetro. El corazón de las víctimas se acelera mientras el cazador disfruta del momento.

Algunos afortunados siguen su camino aun con el susto en el cuerpo. A los cazados les aguarda el control policial, multa y quién sabe, algún punto menos.

Es la ley de la jungla de asfalto, y aun más en estos tiempos oscuros.

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